Hola a todos

Por qué hago este blog. No lo sé. Supongo que por aburrimiento, como forma de almacenar cosas que me van llegando y luego pierdo. No lo sé. Pero aquí está. Es muy probable que me canse de él pero.......

domingo, 16 de febrero de 2014

Lo que la Leyenda Negra contra España no cuenta de las Leyes de Indias

GUILLERMO LLONA; ABC


El cuerpo de normas que regló la vida en las colonias de América supuso el origen de lo que hoy conocemos como Derechos Humanos



T. DE BRY

Theodore de Bry ilustró la antiespañola Leyenda Negra

«Y no consientan ni den lugar que los indios reciban agravio alguno en sus personas y sus bienes, mas manden que sean bien y justamente tratados, y si algún agravio han recibido, lo remedien». Esta es la última voluntad que la Reina Isabel la Católica dirigió a sus súbditos en su testamento. Se trata sin duda de un deseo que choca con la imagen cruel que la Leyenda Negra ha propagado del Imperio español por todo el mundo.
Tal y como defiende Juan Sánchez Galera en su último libro «Vamos a Contar mentiras», y mal que les pese a los seguidores de la propaganda antiespañola, los monarcas hispanos no consolidaron la conquista de América a sablazo limpio, sino gracias a un ejército de maestros y curas. Frente a quienes presentan a los descubridores y conquistadores del Nuevo Mundo como crueles genocidas, el historiador afirma que Leyes de Indias que reglaron la vida en aquellas colonias supusieron el origen de lo que hoy conocemos como Derechos Humanos.
En 1493 el Papa Alejandro VI reconoce mediante la bula «Inter Caetera» la propiedad de la recién descubierta «terra nullis» (tierra de nadie) a los Reyes Católicos, a condición de que evangelicen a los nuevos súbditos. Pero muy pronto surge un debate en la intelectualidad española, alentado por la misma Corona, acerca de la licitud de obligar a todo el continente a pertenecer a un imperio con el que no había mantenido antes ninguna relación. Los españoles empiezan a hacerse preguntas incómodas. «Se parte completamente de cero con la premisa de establecer unas nuevas normas de convivencia entre los hombres, basadas no ya en lo que se entendía hasta ese momento como cierto en Europa, sino unos valores comunes a todos los hombres de todos los tiempos», explica Sánchez Galera.
Isabel la Católica fue la primera persona que se preocupó por los derechos de los indios: determinó que seguirían siendo los propietarios de las tierras que les pertenecían con anterioridad a la llegada de los españoles y, en el año 1500, dictó un decreto que prohibió la esclavitud. Nace así un nuevo derecho que, en palabras del autor, «reconoce que las libertades de los hombres y de los pueblos son algo inherente a ellos mismos, y que por tanto, les pertenecen por encima de las consideraciones de cualquier príncipe o Papa». Aquellas normas supusieron el punto de partida de la Leyes de Indias.
Más adelante, una junta de la Universidad de Salamanca convocada por el emperador Carlos V en 1540 concluye que «tanto el Rey, como gobernadores y encomenderos, habrían de observar un escrupuloso respeto a la libertad de conciencia de los indios, así como la prohibición expresa de cristianizarlos por la fuerza o en contra de su voluntad», cuenta Sánchez Galera. Con el tiempo se va formando un cuerpo de normas, las Leyes de Indias, que recogen, entre otros, los siguientes derechos para los indios: la prohibición de injuriarlos o maltratarlos, la obligación de pagarles salarios justos, su derecho al descanso dominical, la jornada laboral máxima de ocho horas y un grupo de normas protectoras de su salud, especialmente de la de mujeres y niños.

La esclavitud y las encomiendas

Aunque la Reina Isabel la Católica había prohibido la esclavitud, algunos colonos se ampararon en las encomiendas para sortear las leyes que llegaban desde la España europea y obligar a los indios a realizar trabajos forzados. Con todo, Sánchez Galera defiende la institución: «Los indios, fuera de ser unos desposeídos, son propietarios de pleno derecho de aquellas tierras que trabajan, y del rendimiento de las mismas pagan un tributo o servicio a su encomendero, quien a su vez tiene obligación de protegerlos y cristianizarlos. Como toda institución humana, la encomienda dio lugar a ciertos abusos, y en contados casos, incluso degeneró en una especie de esclavitud encubierta».
Lo que la Leyenda Negra contra España no cuenta de las Leyes de Indias
J. VAN MEURS
Grabado de 1671
Ya en 1518 una ley establece ya «que sólo podrán ser encomendados aquellos indios que no tengan recursos suficientes para ganarse la vida, así como que en el momento en que fuesen capaces de valerse por sí mismos habrían de cesar» en este régimen. De todos modos, Carlos V da una estocada mortal a la institución con sus Leyes Nuevas de 1542, que limitan sobremanera las situaciones en que se podía poner en práctica.
En cualquier caso, la actitud de los monarcas españoles contra la esclavitud fue decidida. Isabel la Católica y el Emperador Carlos V promulgaron decretos que vedaban esa práctica y, «si bien es cierto que Felipe II se deja presionar por los colonos del Caribe haciendo concesiones especiales para Puerto Rico y La Española, poco más tarde vuelve a dejar clara su repulsa hacia este tipo de institución, prohibiendo una vez más la esclavitud, e incluso haciendo extensiva dicha prohibición a la incipiente importación de esclavos negros», explica el autor.

Frailes y maestros

La Leyenda Negra que pesa sobre España también acusa a sus colonizadores del Nuevo Mundo de haber cometido allí un genocidio contra la población indígena. Pero si el Imperio español pudo consolidar su conquista de América no fue gracias a las armas, sino, fundamentalmente, gracias a su clero y educadores. Ciertamente, si bien los primeros escritos de los descubridores españoles describían a los habitantes de aquellas tierras como «pueblo angelical» cuya «aparente ingenuidad hacía presagiar una fácil y pronta civilización y evangelización», pronto aquellas poblaciones resistieron armadas a los abusos de los primeros colonos, estallando así los enfrentamientos bélicos.
Fernando el Católico encarga entonces un estudio jurídico-teológico al dominico Matías de Paz y al jurista Juan López de Palacios, quienes concluyen que la guerra contra los indígenas sólo será justa «cuando sus caciques y jefes prohíban la libre conversión de sus súbditos, o bien sea menester el desterrar inhumanas costumbres que se niegan a abandonar», como el canibalismo o los sacrificios de personas a los dioses. Pero dado que, pese a las limitaciones fijadas desde España, en muchas ocasiones se recurría a las armas sin que hiciese falta, una Real Orden de 1526 impuso en todas las expediciones militares la compañía de sacerdotes con el fin de poner fin a aquellos abusos.
Pacificado ya el continente, en 1573 Felipe II pone fin a la lucha armada en América, «y confía sus mayores y más ricas posesiones a un nuevo ejército compuesto, esta vez, a base de frailes y maestros.Comienza la verdadera y definitiva conquista de América», concluye Sánchez Galera.

La «Leyenda Blanca» estadounidense

Por qué la bandera tricolor de la República "constituyó un grave error"

POR JAVIER NART; ABC

El general republicano Vicente Rojo afirma en un artículo inédito que era sectaria y que divide estúpidamente a los españoles

En el Congreso de los Diputados se conserva esta bandera bicolor de la milicia de Cabezas de Buey de 1813

En este país, al que algunos nos empeñamos en seguir llamando España, se produce un fenómeno tan significativo como sorprendente: unsímbolo que debería ser común, la bandera de España, se ha convertido en bandería entre los que exhiben con orgullo la rojigualda (derechistas) y los que exhiben la tricolor republicana (izquierdistas).
España es un viejo país, pero a diferencia de todas las naciones (incluso las más modernas), las manifestaciones denominadas «progresistas» se hacen bajo las banderas de los partidos, de las Comunidades Autónomas (aunque algunas inventadas ayer mismo)… o, en el mejor de los casos, con la tricolor republicana.
Así, exhibir la rojigualda resultaría «cosa de derechas»… no de todos los españoles. Al respecto, desde el exilio, un español escribió:
«La cuestión de la bandera es uno de los motivos que estúpidamente dividen a los españoles y que tiene su origen en la conducta mezquinamente partidaria de nuestros políticos.»
»El cambio de la Bandera hecho por la República constituyó un grave error:»
»1º.-Porque no respondía a una aspiración nacional ni siquiera popular. La Bandera Republicana era desconocida por la inmensa mayoría de los españoles.»
»2º.-Porque se reemplazaba una bandera nacional por una bandera partidaria y con ello se dividía a España
»3º.-Porque no era necesario y consecuentemente solo podía producir complicaciones como ha sucedido.»
»La bandera (rojigualda) que teníamos los españoles no era monárquica sino nacional. La bandera de los Borbones fue blanca; la bandera real era un guión morado.»
»En cambio la bandera bicolor como enseña nacional fue creada por las Cortes españolas en plena efusión de liberalismo, constitucionalismo y democracia. Se tomaron colores españoles que venía usando tradicionalmente la Marina de guerra que dieron tono a los guiones reales de los Reyes Católicos (rojo) y de Carlos I (amarillo); que eran también los colores de una enseña tradicional en Aragón, Cataluña y Valencia.»
»El pueblo no anhelaba incorporar a la bandera el color morado de Castilla. No podía anhelarlo porque la masa del pueblo español ignoraba que el morado fuese el color de Castilla (...).»
»Los republicanos de la 1ª República quisieron introducir su bandera partidaria y crearon la bandera llamada republicana. Esta no llegó a tener estado oficial y ni siquiera se popularizó. Nació, según Castelar (último Presidente de la I República), en la Universidad de Barcelona, fundiendo tres colores de tres facultades. No pudo pues tener esa bandera un origen más arbitrario. Por eso no llegó a ser bandera oficial, ni nacional, ni popular. Los primeros republicanos, más sensatos que los segundos, no impusieron el cambio.»
»Ni inconmovible, ni imperdurable ni eterna es la bandera tricolor porque no ha nacido del pueblo sino de una minoría sectaria
»No crearon pues un símbolo nacional que ya estaba creado con ese carácter sino uno de lucha partidario, haciendo prevalecer a las ideas de Nación y Patria las de República
»Hoy los españoles están divididos en torno a dos banderas: tal es elfruto de aquel error (...).»
»Hay un manifiesto artificio. La injusticia de las persecuciones nada tiene que ver con los colores de la bandera de España. Algunos se apoderaron del grito de ¡Viva España! y se colgaron en sitio bien visible un crucifijo para proceder en nombre de Dios y no por eso los españoles debemos dejar de gritar ¡Viva España! ni los que sean católicos o sean protestantes deben renegar de la moral cristiana
Por qué la bandera tricolor de la República «constituyó un grave error»
ABC
Vicente Rojo
Nuestros progres tildarán este texto de reaccionario o incluso fascistoide. Les aclararé quien es el autor: el que fuera Jefe de Estado Mayor del Ejército Popular de la República, condecorado con la Placa Laureada de Madrid (máxima distinción militar otorgada únicamente en cuatro ocasiones). Se trata del Teniente General Vicente Rojo. Un hombre honrado. Un militar ejemplar. Un español orgulloso de serlo y que en este artículo reflejó no solo su sentimiento sino su conocimiento de la realidad histórica.
Recordemos que la Constitución gaditana de 1812 (ese revolucionario texto que estableció la soberanía nacional, la igualdad entre los españoles y los principios básicos del Estado moderno) creó una unidad cívica para defenderla: la Milicia Nacional.

Constitución de Cádiz

Pues bien, la bandera de esa Milicia Nacional fue la rojiguada, 23 años antes que la estableciera el Decreto de Isabel II. Esa fue también la bandera nacional de la I República presidida, entre otros, por dos ilustres catalanes, Pi i Margall y Estanislao Figueras. Y con esa bandera se envolvió a su muerte el cuerpo de su tercer Presidente, Nicolás Salmerón… uno de los responsables, ¡¡lo que son las cosas!!, de Solidaridad Catalana.
Por qué la bandera tricolor de la República «constituyó un grave error»
ABC
Rojo recuerda el discurso de Azaña como ministro de la Guerra
El hecho nacional tiene un fuerte componente sentimental, incluso irracional. Así, sentimos como propios hechos ajenos tales como las victorias de Alonso en automovilismo (aunque no sepamos conducir) o de la «roja» (aunque no nos guste el fútbol).
No tengo un criterio idolátrico de la enseña nacional. Pero todas lassociedades precisan de símbolos de unión. Y por ello envidio profundamente el respeto que, por ejemplo, en el sur de Estados Unidos se tiene por su bandera (la de la barra y estrellas)… a la que sus antepasados combatieron en la terrible Guerra de Secesión.
Asombra el grado de analfabetismo histórico, de sectarismo primario, de ceguera política de nuestros próceres que estúpidamenteacomplejados desde 1975 por nuestra historia, bandera e himno, también tiraron por la borda los criterios básicos de comunidad civil: laeducación, la lengua y la bandera. Pero «con la bandera del color morado se efectuó la represión de Octubre de 1934. La bandera rojigualda es la bandera de España y España no son los reaccionarios», afirmó Santiago Carrillo el 23/4/77, Secretario General del PC, partido que fue el gran referente antifranquista (en realidad el único operativo).
El nacionalismo disgregador, digámoslo claramente, el separatismo, se fundamenta sobre tres pilares: «escuela, lengua y bandera». Palabras de Jordi Pujol de hace 30 años, no proféticas sino programáticas. Y de las que nadie se enteró o quiso enterarse.
Y, ¿qué quieren que les diga?, yo, como Azaña, como Vicente Rojo, como Juan Martín «el Empecinado», como Estanislao Figueres, como Unamuno, como Prieto y Besteiro, como tantos otros olvidados o no leídos, pienso y creo en una sociedad con todos, en una familia común que me empecino en seguir llamando España.
Y cuya bandera, no de la Monarquía ni de los reaccionarios, sino de los españoles, es la rojigualda.

Rojo: Liberal, católico y patriota


Los ojos de la guerra

La noche temática de Televisión Española:

Testimonios de reporteros de guerra como Gervasio Sánchez, David Beriain, Sergio Caro, Hernán Zin y Mikel Ayestarán, entre otros, quienes ahondan en los conflictos de los hombres y sus consecuencias, y analizan y cuestionan la propia condición humana. Analiza aspectos como la importancia de la prensa local, el impacto de la guerra en las víctimas y la forma de tratarlas que deben tener los periodistas y el riesgo que corren los reporteros de guerra, testigos directos de las consecuencias que día a día se viven en los conflictos armados. Hacen su trabajo entre el peligro de la guerra y el deseo de contar la verdad. Con su trabajo se acercan a los conflictos armados y sus consecuencias. Son los ojos de la guerra.


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