Hola a todos

Por qué hago este blog. No lo sé. Supongo que por aburrimiento, como forma de almacenar cosas que me van llegando y luego pierdo. No lo sé. Pero aquí está. Es muy probable que me canse de él pero.......

lunes, 10 de diciembre de 2012

Serie TVE: Los años vividos

Cap. 1: Los locos años 20

La serie documental arranca con la década de 1920, en la que España experimenta notables transformaciones económicas y sociales.


Cap. 2: Tiempo de ilusiones


Documental que analiza los acontecimientos históricos más importantes ocurridos en la primera mitad de los años 30, el ambiente de ilusiones y esperanzas contradictorias que se creó tras la proclamación de la II República y los intentos modernizadores que se llevaron a cabo en este periodo. Participan personalidades relevantes del mundo social, político y cultural, que comentan en primera persona los hechos fundamentales acaecidos en la época. Aparecen en el documental: Olga Ramos, Juan de Avalos, Marcelino Camacho, Miguel Gila, Santiago Carrillo, José Antonio Saenz de Santamaría, Manuel Gutiérrez Mellado, Emilio Benavent, Luis Rosales, Gloria Fuertes, Antonio Pedrol Rius, Camilo José Cela, José Luis Saenz de Heredia, Matías Prats, Manuel Azcarate, Carlos Fontseré, José María Díez Alegría, Rafael Abella, Gabriel Celaya, Gonzalo Torrente Ballester, José Manuel Lara, Emilio Romero, Joaquín Ruiz Giménez Aguilar, José Luis Sampedro, Alfonso XIII, rey de España, Victoria Eugenia, reina de España y Dolores Ibarruri.



Cap. 3: Tiempo de tragedia

Seguimos en los años 30, adentrándonos en la cruenta guerra civil que marcaría nuestra historia.


Cap. 4: Tiempo de posguerra

Los duros años de la posguerra civil española.




Cap. 5: Tiempo de paréntesis

Nos detenemos en los años 50, a caballo entre la posguerra y la moderada recuperación económica de los 60.

Cap. 6: Tiempo de prodigios

Un recorrido por la década de los 60


Cap. 7: Tiempo de protesta

Un recorrido por la década de los 70.


Cap. 8: Tiempos de cambio

A comienzos de los años 90, la periodista Mercedes Odina firmó para Televisión Española Los años vividos, una serie documental que se convirtió en la crónica audiovisual del siglo XX español más novedosa y de mayor éxito de aquellos años. La serie ofreció un relato televisivo de la historia de España desde 1920 hasta 1992 tirando del hilo de la memoria de más de 150 personajes célebres de diferentes generaciones que dieron rienda suelta a sus recuerdos para conformar la historia de aquellos decenios. En este capítulo, José María Aznar, Martirio, Antonio Gutiérrez, Ana Belén, Javier Gurruchaga, Pedro J. Ramírez y Miguel Bosé, entre otros, recuerdan la segunda mitad de la década de los 70: el nombramiento de Suárez, la aprobación de la Ley de la Reforma política, el destape, la legalización del PCE y las primeras elecciones democráticas no faltan en el relato de los que entonces tenían entre 20 y 30 años.



Cap. 9: Tiempos modernos

Un recorrido por la década de los 80.



jueves, 6 de diciembre de 2012

Cuartos de final en Goes


XLSemanal - 08/10/2012
Arturo Pérez Reverte


Me pide la afición otro de esos episodios históricos que cuento de vez en cuando, más que nada porque casi nadie habla de ellos. Bien mirado, si nos agrada que nuestras selecciones y equipos ganen partidos de fútbol, carreras ciclistas y medallas olímpicas, y recordamos con entusiasmo el gol de Zarra o el tour de Bahamontes, no veo por qué hemos de ignorar otra clase de confrontaciones y campeonatos donde nuestros paisanos, durante siglos, se estuvieron jugando algo más que una final de copa. A fin de cuentas, por poco que nos guste aquella España y lo que tenía dentro, los jugadores del equipo eran los nuestros. Tatarabuelos y gente así. Con nuestra camiseta.

Esta vez le toca al socorro de Goes, cuyo 440 aniversario se cumplirá el 20 de este mes. Corría el año 1572, y las provincias holandesas afirmaban su rebelión contra una España que, como de costumbre, luchaba sola contra medio mundo. Ocho mil soldados holandeses reforzados por los habituales ingleses, protestantes alemanes y hugonotes franceses, cercaban el pequeño enclave de Goes, entre las bocas del Escalda, donde cuatrocientos españoles aguantaban como podían, dientes apretados, esperando socorro. Correspondía éste a un ejército enviado por el duque de Alba, bajo el mando de don Sancho Dávila y el maestre de campo Cristóbal de Mondragón, que se había visto detenido por falta de embarcaciones y la solidez de la defensa enemiga. Goes iba a quedar abandonada a su suerte; y la guarnición española, mandada por un duro capitán llamado Isidro Pacheco que tenía orden de no rendirse ni harto de vino, sería pasada a cuchillo. La suerte parecía echada. Y entonces, a alguien se le ocurrió un plan.

Había un vado, contaron algunos pescadores. Un paso de tres leguas y media: diecisiete kilómetros que la marea baja descubría durante unas horas hasta la altura del pecho de un hombre. Echándole hígados al asunto, entre dos mareas podía intentarse cruzar de noche por ahí; con el peligro de que si quienes lo hicieran se retrasaban o quedaban atrapados en el fango, los pillaría la creciente y se ahogarían todos. Pero, como se decía entonces, no se pescaban peces a bragas enjutas; así que el maestre de campo Mondragón, un correoso veterano de los tiempos de Carlos V, las campañas de Italia, Túnez y Alemania, dispuso una fuerza de 2.500 españoles de los tercios viejos, reforzados por valones y tudescos. Luego los hizo formar en la playa al atardecer, y llamándolos «compañeros míos» -funesto halago que al soldado español siempre le anunciaba escabechina segura- largó un discurso con tres argumentos básicos: que él iba a ir delante dando ejemplo, que si no cruzaban rápido y en silencio se ahogarían todos, y que una vez al otro lado no iban a dejar un puto hereje vivo. Luego le dijo al capellán que diera a todos la absolución preventiva, por si las moscas. Y mientras la tropa se persignaba y blasfemaba por lo bajini, el maestre de campo se quitó la botas y se metió el primero en el agua. La verdad es que fue admirable. Imaginen a dos mil quinientos tíos, la mayor parte morenos y bajitos -había entre ellos muchos arcabuceros vascos, por cierto-, protestando de todo, agarrados unos a otros para que no se los llevara el agua, con la marea por el pecho, llevando en alto los saquetes de pólvora, el pedernal y las mechas en la punta de picas y arcabuces. Diecisiete kilómetros de noche, chapoteando a oscuras, mojados hasta la barba, heridos los pies descalzos en las piedras y cascajos, fatigados por lo pegadizo del fango. Sintiendo subir poco a poco la marea mientras se preguntaban qué puñetas estaban haciendo allí, de noche y a remojo, en vez de estar pidiendo limosna como señores en la puerta de una iglesia de Talavera, Hernani o Sevilla. Pero hubo suerte: sólo se ahogaron nueve. Los menos altos.
Y ahora imaginen la escena. La mala hostia con que esas criaturas llegaron a la orilla. Esa luz gris y sucia del amanecer. Esos holandeses e ingleses que de pronto ven asomar a dos millares y medio de homicidas barbudos, sucios de barro, con ojos de locos y unas ganas desaforadas de quitarse el frío degollando a mansalva. Y claro. Por mucho que corrieron hacia sus embarcaciones, no les dio tiempo a todos. A pirarse. He buscado cantidades exactas: Fernández Duro habla de dos mil palmados y Bentivoglio se limita a decir «mataron muchos». La cifra más creíble son 800 holandeses e ingleses pasados por la piedra, entre los acuchillados y los que se ahogaron intentando salvarse. Y oigan. Parece un resultado más bien sangriento para cuartos de final. Tampoco estaba allí Manolo el del bombo, ni Iker Casillas con arcabuz. Pero qué quieren que les diga. Eran otras ligas. Eran otros tiempos.

La tumba olvidada


XLSemanal - 19/11/2012

Arturo Pérez-Reverte





Hay un proyecto, apoyado por la Real Academia Española, para localizar los restos de Miguel de Cervantes en el subsuelo del convento de las Trinitarias, en Madrid. El convento está en el corazón del barrio de las Letras, cerca de la casa en la que vivió Lope de Vega y del lugar donde estuvo la que habitaron Góngora y Quevedo -éste, tan español como el que más, compró la vivienda del poeta cordobés para darse el gusto de echarlo a la calle-. Respecto a Cervantes, la cosa estriba en que el autor del Quijote, que murió viejo y pobre, recibió sepultura en un sitio que el tiempo transformó en fosa común, y sus huesos están en algún lugar de ahí abajo, revueltos con otros sin nombre y sin historia. La idea de quienes impulsan el asunto es utilizar las modernas técnicas de rastreo basadas en el georradar para, combinadas con los adecuados estudios forenses, determinar cuáles de los huesos que se localicen corresponderían a un varón de setenta años que en su juventud hubiera recibido, como fue el caso de Cervantes en Lepanto, lesiones que le dejaron huellas en el pecho y estropeado el brazo izquierdo: heridas y manquedad recibidas peleando a bordo de la galera Marquesa, en aquella batalla que, en palabras -justificadamente orgullosas- del propio interesado, fue «la más alta ocasión que vieron los siglos pasados, los presentes, ni esperan ver los venideros».

El proyecto es caro, naturalmente. Los expertos lo estiman en unos 100.000 euros; así que Cervantes y sus huesos sin identificar seguirán durmiendo tranquilos su modorra de siglos, porque dudo que en estos tiempos difíciles de austeridad y recortes alguien invierta un céntimo en removerlos. Esto no es Inglaterra con su Shakespeare, ni Francia con su Montaigne, ni Alemania con su Goethe. Para tales cosas, ni siquiera somos Italia -que ya nos gustaría, a algunos- con su patriotismo cultural y su dilatado panteón de mármol y gloria. En España, o como se llame esta descojonación de Espronceda en la que habitamos, la cultura, la memoria y la vergüenza torera siempre fueron los primeros rehenes a ejecutar por parte de los golfos, los fanáticos, los idiotas y los indiferentes. Las prioridades -léase clase política y su propio estado del bienestar- son las prioridades. Aparte el hecho de que rescatar a estas alturas del putiferio los restos del hombre que fijó el canon del castellano, también llamado español -Franco firmaba sus sentencias de muerte en esa lengua opresora y fascista-, sería considerado un acto de provocación intolerable y una agresión a las sensibilidades y lenguas periféricas; tan nobles, o incluso más, todas ellas. Desde cualquier punto de vista, por tanto, éstos no son tiempos simpáticos para gastar dinero removiendo huesos; y mucho menos con las incertidumbres de una búsqueda que tiene altas probabilidades de fracaso. Sin embargo, la idea de encontrar y honrar los restos de Cervantes sigue siendo hermosa. Y la Academia, entre cuyos fines se cuenta «mantener vivo el recuerdo de quienes, en España o en América, han cultivado con gloria nuestra lengua», seguirá atenta a ello, por si algún día un mecenazgo adecuado, un ministerio de Cultura quijotesco -y nunca sería tan adecuado el adjetivo-, una universidad extranjera o un inesperado golpe de suerte permitiesen emprender los trabajos. Algún día. Quizá. Tal vez. Puede ser. Quién sabe.


De todas formas, cuando lo pienso un poco, concluyo que tal vez sea mejor así. El autor de la novela más grande e inmortal, el escritor modernísimo que marcó para siempre la literatura universal, el soldado que nos enseñó a hablar y a escribir una lengua bellísima y eficaz que comparten casi 500 millones de seres humanos, fue toda su vida víctima de la ingratitud, la calumnia, la mala suerte y la envidia, vivió de fracaso en fracaso, murió anciano, pobre y casi ignorado por sus compatriotas, y recibió sepultura en la humilde fosa común de un convento de Madrid. Había nacido en España, y eso lo resume todo. Así que, bien mirado, no hay para don Miguel de Cervantes túmulo más simbólico e inequívocamente español que ese viejo convento de ladrillo perdido en el centro de Madrid -hasta la calle, ironía póstuma, se llama Lope de Vega-, bajo cuyos muros, revueltos con otros huesos, duermen los suyos nobilísimos en el polvo de los siglos. Y los pocos que conocen y recuerdan, los escasos transeúntes que pasan junto a las Trinitarias y se detienen un momento para apoyar una mano en el muro de ladrillo mientras dedican una sonrisa triste y agradecida a la memoria del autor del Quijote, saben que, para un hombre como él, en patria tan miserable e ingrata como la suya, no es posible imaginar monumento funerario más perfecto que ése.

miércoles, 5 de diciembre de 2012

La guerra filmada

CAPITULO 1

La República en Guerra

Este primer programa, incluye tres documentales. El primero, "España, 1936", que tuvo también el título de "España leal en armas" fue producido por la Subsecretaría de Propaganda del Gobierno de la República  con dirección de Jean Paul Le Chanois y producción, selección de material y guion de Luis Buñuel. El segundo documental es "El entierro de Durrutí", del que se conserva la versión inglesa, traducida para esta ocasión al castellano. El protagonista es Buenaventura Durruti, dirigente anarquista de la CNT y de la FAI. El tercer y último documental es un breve testimonio excepcional sobre la primera reunión de las Cortes republicanas tras el golpe de Estado, celebrada en Valencia el 1 de diciembre de 1936.



CAPITULO 2

La España sublevada

'La España heroica' es el título del documental que se incluye en este programa sobre la España que comenzaron a forjar los militares sublevados y las fuerzas políticas que los apoyaron.
'Estampas de la guerra civil española', es un largo documental de 77 minutos, de producción hispano-alemana, enteramente construido en montaje.


TVE

CAPITULO 3

La revolución social


El primer documental de este programa es un documento anarquista que muestra la destrucción de los símbolos del poder, el anticlericalismo la violencia revolucionaria. El documental resume, como ningún otro, el radicalismo del lenguaje y de la acción revolucionaria. Se muestra, en el segundo documental, las milicias anarquistas en el frente de Aragón, la revolución, la colectivización de la tierra, la apología del pueblo y de los desheredados. Durruti aparece como el líder de la revolución, el héroe del pueblo.

El último documental anarquista de este capítulo es: 'Barcelona trabaja para el frente', producido por el Comité Central de Abastos de la CNT. El documental trata de mostrar que esa revolución no solo llega a los medios de producción, sino también a los bienes de consumo.






CAPITULO 4



La defensa de Madrid 



Los dos primeros están producidos por el Socorro Rojo Internacional y la Alianza de Intelectuales Antifascistas. En el primero, la actriz Montserrat Blanch invita a los madrileños a emular las jornadas gloriosas de mayo de 1808. El segundo se cierra con Rafael Alberti recitando -Madrid, corazón de España-.

Los dos siguientes documentales fueron filmados por un equipo del noticiario cinematográfico oficial soviético  enviado a España como corresponsales de guerra.

Por ultimo,-Madrid, cerco y bombardeo de la capital de España-, es un documental franquista sobre el avance de las tropas sublevadas en el otoño de 1936. Es la visión del bando sublevado contra la República, rodado por un equipo cinematográfico que viajo desde Salamanca al frente de Madrid.






CAPITULO 5



Campos de batalla



Se han seleccionado para este programa 7 documentales que reflejan la evolución de la guerra y de la política en los dos bandos en lucha.

El primero es un documental franquista sobre un acto de homenaje a las Brigadas Navarras celebrado en Pamplona después de la conquista del Norte por las tropas de Franco. Ceremonias religiosas, desfiles militares y homenajes al Caudillo seguían siendo las señas de identidad de la España de los militares sublevados.

Los otros dos documentales también ensalzan esa visión de España.

Los dos siguientes documentales son republicanos, de la productora catalana Laya Films. Cierra el programa otros 2 documentales sobre la toma de Teruel por las tropas nacionales.




CAPITULO 6

La guerra internacional


La intervención internacional es lo que se refleja en los ocho documentales que incluye este programa. En los tres primeros, los protagonistas son los prisioneros de ambos bandos y tanto la propaganda republicana como la franquista trataban de mostrar, para eso sirve la propaganda en guerra, para falsear la realidad, el exquisito trato que se les daba.


Los siguientes documentales transmiten abundantes muestras de la intervención fascista y soviética. Podemos destacar el documental británico sobre los actos de despedida a las brigadas internacionales en el otoño de 1938 y un fragmento del documental aleman sobre la Legion Condor, que muestra el traslado de esa unidad de combate desde España a Alemania, concluida ya la guerra civil española.


CAPITULO 7

Resistir, vencer. Hacia el final de la guerra

Los dos documentales que cierran este programa son franquistas y pertenecen al Noticiario Español, de febrero de 1939.
El primero presenta imagenes histOricas de la conquista de Cataluña por las tropas de Franco y del avance hasta la frontera francesa.
El segundo proporciona nuevos detalles de la ocupacion de Barcelona.



CAPITULO 8

La victoria


Este capitulo refleja el triunfo de los sublevados y la puesta en marcha del nuevo Estado presidido por el poder absoluto del General Francisco Franco.