En 1873, 1931 y 1934, los separatistas catalanes declararon la formación de su propio Estado a la fuerza. La misma quimera que intenta imponer hoy Artur Mas, y que siempre acabó en fracaso
Día 08/11/2012 - 16.32h
Estudiantes
sevillanos contra el líder de Esquerra Republina, Francesc Macià
Hace poco
más de un mes, el portavoz del Generalitat, Francesc Homs,
aseguraba que su Gobierno iba a
proclamar el Estado catalán en el Parlamento autonómico: «Siempre he pensado que veremos una Cataluña independiente»,
dijo. De producirse, sería la cuarta vez en la historia de España que se
pruduce esta declaración unilateral e impuesta a la fuerza, en claro
enfrentamiento con el Gobierno central. Las tres primeras (en 1873, 1931
y 1934) fracasaron.
Francesc Macià, en 1933 |
El primer
Gobierno español que tuvo que hacer frente a la proclamación del «Estat Català»
fue el de Estanislao Figueres, el 5 de marzo de 1873, tan sólo un mes
después de que se estableciera la Primera República. «Unos 16.000 voluntarios
han declarado independiente el Estado catalán y preso a las autoridades», contaba «La Correspondencia de España».
Este pequeño
éxito del catalanismo, que tan sólo duró dos días, se produjo en una época
realmente inestable de la historia del país. En los 22 meses que duró el primer
experimento republicano, el Gobierno acogió a nada menos que cuatro
presidentes, todos con un sinfín de problemas: la Tercera Guerra Carlista,
sublevaciones separatistas como la de Cataluña, la indisciplina militar,
conspiraciones monárquicas, etc.
1873: una declaración federalista
La primera proclamación del Estado catalán no fue
realmente una declaración de independencia, sino federalista republicana
promovida por una burguesía que utilizó el independentismo como arma de
presión.
La prensa
especializada destacó pronto las dificultades de organización que acarrearía el nuevo Estado:
«Ahora falta que se formen, del mismo modo, estados semi-independientes o
independientes por donde quiera. Luego surgirán las rivalidades entre ciudad y
ciudad por la capitalidad de cada Estado, entre provincia y provincia por ser
independientes unas de otras, y no por formar un estado mismo; y hasta entre
villa y villa y aldea y aldea», podía leerse en la «Revista Política».
Fueron los
federalistas José García
Viñas y Paul Brousse
(¡un andaluz y un francés!) quienes proclamaron el «Estado catalán federado
con la república española» en el Ayuntamiento de Barcelona. La experiencia
duró dos días antes de ser borrada del mapa, aunque en este tiempo se llegó a
hablar de formar un gobierno provisional, de convocar elecciones a las Cortes
catalanas y de disolver el Ejército español en la región. Pero el incidente fue
superado tras una serie de negociaciones telegráficas con los dirigentes
catalanes, a los que nadie apoyó en sus pretensiones. En Madrid fueron incluso
reprobados por los mismos catalanes que, por una vez, se veían responsables del
Gobierno central.
1931: Macià y la renuncia a su «Estado»
El segundo intento fue protagonizado por el
entonces presidente de Esquerra Republicana, Francesc Macià, el 14 de
abril de 1931. Tan sólo una hora después de que Lluís Companys saliera al
balcón del Ayuntamiento de Barcelona para proclamar la Segunda República,
Macià aparecía por sorpresa en el mismo lugar, «manifestando que, en nombre del
pueblo de Cataluña, se hacía cargo del Gobierno catalán y que en aquella casa
permanecería para defender las libertades de su patria, sin que pudiese
sacársele de allí como no fuera muerto», contaba ABC.
ABC
Lluis Companys, en 1934 |
La nota oficial enviada
posteriormente por el líder independentista decía: «En nombre del
pueblo de Cataluña, proclamo el Estado catalán bajo el régimen de la República
catalana, que libremente y con toda cordialidad anuncia y pide a los otros
pueblos hermanos de España su colaboración en la creación de una Confederación de
pueblos ibéricos».
Esta
proclamación fue el primer problema que tuvo que afrontar el Gobierno
Provisional de la Segunda República, que tuvo que enviar tres
ministros a Barcelona para negociar con Macià. Estos consiguieron que Esquerra
Republicana renunciara a su «Estado propio», a cambio del compromiso del Gobierno
de presentar en las futuras Cortes Constituyentes el Estatuto de Autonomía que decidiera Cataluña. Un fracaso no
tan amargo si tenemos en cuenta que de aquel acuerdo salía el germen de la
futura Generalitat.
1934: Companys y el estado de guerra
La tercera y
última proclamación se produjo en octubre de 1934, inmediatamente después de
que se produjera la entrada en el gobierno de Alejandro Lerroux de tres
ministros de la CEDA, y tras desatarse la huelga revolucionaria convocada por
los socialistas.
Fue entonces
cuando el entonces presidente de la Generalitat, Lluis Companys, proclamó el
Estado catalán, tras acusar al nuevo gobierno español de «monarquizante» y
«fascista»: «Cataluña enarbola su bandera, llama a todos al cumplimiento del
deber y a la obediencia absoluta al Gobierno de la Generalitat, que desde este
momento rompe toda relación con las instituciones falseadas», dijo
El
periodista de ABC en Barcelona, Antonio Guardiola, contaba al detalle
cómo vivió la tarde de aquella «declaración sensacional», en un artículo que
titulaba «El golpe de Estado de la
Generalitat». En el se podían leer cosas como: «Horas antes nos
había chocado a varios periodistas observar que el coche del presidente
Companys no ostentaba la bandera de la República, sino solamente la catalana»,
o «a las seis de la tarde, los Mossos de Esquadra nos
invitaron a los periodistas a abandonar el Palacio de la Generalitat. Nadie,
hasta más tarde, supo lo que acababa de acordarse en la reunión que había
celebrado el Consejo momentos antes: proclamar el "Estat catalá",
rompiendo toda relación con el Gobierno central. En una palabra: declarar la
guerra al Estado español».
«¡Viva España!»
Al día
siguiente de la declaración, el editorial de este periódico, bajo el epígrafe «¡Viva España!»,
decía: «Los catalanes que representa la Esquerra quieren constituir el “Estat
Catalá” en la República Federal (?) de España. Hasta última hora son pérfidos,
ruines, cobardes y calculistas».
La respuesta del presidente
Lerroux no se hizo esperar, declarando el estado de guerra y
asegurando que «estaba en un momento de lucha y que estaba dispuesto a vencer».
Mientras, Companys llamaba a los suyos «para que vengan a Barcelona y defiendan
la Generalitat del posible ataque del Ejército español».
Las calles
de Barcelona pronto se llenaron de jóvenes de Esquerra. «Iban todos armados
–contaba ABC–. Algunos llevaban, además de una magnífica carabina Winchester,
una soberbia pistola automática, a veces ametralladora». La ciudad se
convirtió en el escenario de la batalla entre el Ejército contra los Mossos
de Esquadra y cientos de simpatizantes catalanistas.
A la mañana
siguiente, Companys, los consejeros de la Generalitat, el alcalde de Barcelona
y varios concejales de Esquerra fueron detenidos en la sede
del Gobierno. Las calles fueron quedando vacías de gente y todo fue volviendo a la normalidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario