Los investigadores encuentran marcas que demostrarían que el
general no murió por las heridas del atentado
como se creía (vea
las imágenes).
El cuello y la nuca del cuerpo momificado del general
Prim presentan profundos surcos "compatibles con rastros de una
estrangulación por medio de correa o banda de cuero", según asegura un adelanto
de las conclusiones del estudio efectuado en el hospital Universitario de San
Joan, de Reus, por la Comisión multidisciplinar Prim de Investigación de la
Universidad Camilo José Cela de Madrid.
"El estudio médico legal del cadáver del general Prim –dice el primer
informe-, se encuentra, en estos momentos, en un punto crucial desde la
perspectiva histórica ya que se han encontrado evidencias compatibles con
lesiones externas por estrangulamiento a lazo". Estas lesiones están siendo
estudiadas y valoradas por la doctora María del Mar Robledo Acinas y por Ioannis
Koutsourais, ambos investigadores de la Comisión Prim.
María del Mar Robledo es doctora en Medicina Legal y Forense, especialista en
Antropología Forense e investigación criminal y directora del laboratorio de
Antropología Forense y Criminalística de la UCM. Ioannis Koutsourais es
especialista en Antropología Forense e Investigación Criminal, así como
fotógrafo científico.
Un surco en el cuello
Los expertos han encontrado, en el examen externo del cadáver momificado del
general, un surco desde la parte posterior del cuello que presenta continuidad
hasta la zona delantera y desde donde parte otro en dirección posterior y
ascendente. Estas marcas, en principio, son compatibles con las descritas por
diferentes autores de literatura médico legal (Balthazard, Simonín, Concheiro y
Suárez Peñaranda, López Gómez y Gisbert, Di Maio).
No obstante, es importante descartar que se trate de marcas
producidas por un artefacto postmortal, así como establecer la
diferenciación de un surco producido por un objeto de los pliegues que de forma
generalizada presentan los cuerpos momificados.
Podría decirse que, con esto, el gran misterio criminal del siglo XIX, al que
se han aplicado las técnicas más avanzadas del siglo XXI, quedaría resuelto, 142
años después de perpetrado. "En el caso que nos ocupa –sigue el adelanto de las
conclusiones-, se cuenta con la ventaja de que el cuerpo se encuentra en un
extraordinario estado de conservación, la momificación completa del
cadáver, siendo este un proceso de los denominados Procesos
conservadores del cadáver y que se caracteriza por una deshidratación
intensa del cuerpo", asegura.
Además, añade que "para que un cadáver se momifique de manera espontánea
influyen las condiciones ambientales, el sexo del individuo y la causa de la
muerte, por ejemplo, una muerte que ha cursado con grandes hemorragias favorece
la momificación, recordemos las importantes lesiones por armas de fuego que
presenta el cadáver del general Prim y la elevada pérdida de sangre a
consecuencia de estas lesiones que se evidencian en las ropas que llevaba en el
momento de sufrir el atentado. La conservación permite el estudio de las
lesiones que presenta el cadáver, tanto externas como internas a nivel
óseo".
Rematar al presidente
En manos de sus asesinos, aunque estaba en su casa, parece que éstos
decidieron rematar al presidente del Consejo de Ministros aprovechando que
estaba indefenso en la cama donde agonizaba. Así lo afirma el adelanto de las
posibles conclusiones de la investigación multidisciplinar que cambiaría todo lo
conocido acerca de este acontecimiento histórico.
Prim era masón y como tal fue enterrado bajo un rito
masónico que podría incluir ponerle ojos de cristal, un elemento extraño y nunca
antes encontrado en los restos de un cuerpo momificado de estas características.
Por eso ahora parece mirar con los ojos abiertos y su piel ha adoptado la
consistencia del cuero negro brillante. En la parte de la nuca y cuello, de una
forma profunda, resultado de una enorme presión, se distinguen grandes surcos y
marcas compatibles con una muerte por asfixia mecánica en un proceso de
estrangulación a lazo con banda de cuero.
Los surcos presentan pliegues cutáneos verticales propios de esta clase de
homicidio y en general las marcas "antemortem" coinciden con la
literatura científica consultada. Los antropólogos forenses de la
Comisión Prim han contrastado científicamente lo que parece confirmarse, y que
nunca se ha investigado bastante hasta ahora. Por eso, la comisión
universitaria, convertida en un acto docente, quiere mostrar un adelanto de lo
encontrado mostrando la verdad en exclusiva mundial, en lo que es una
demostración del poder de la ciencia contra el crimen.
El atentado
El general Prim, el hombre más poderoso de aquella época, presidente del
Consejo de Ministros y Ministro de la Guerra, fue herido gravemente en
la calle del Turco (hoy Marqués de Cubas), pasadas las siete de la
tarde del 27 de Diciembre de 1870. Fue atacado por una docena de sicarios
armados con pistolas, trabucos y escopetas de avancarga, que le produjeron un
enorme boquete en el hombro izquierdo, otra importante herida en el codo del
mismo lado y una tercera en la mano derecha, que le amputó parcialmente el dedo
anular y afectó los metacarpianos.
Probablemente inconsciente, el valiente general, tres veces premiado con la
laureada de San Fernando, la más alta condecoración militar, fue trasladado por
el cochero y sus ayudantes, Nandín y Moya, al palacio de Buenavista, donde
residía y que era la sede del ministro de la Guerra; ahora es el cuartel general
del Ejército, en Cibeles, Madrid.
Aunque cuenta la versión oficial que subió a pie las empinadas escaleras del
edificio es probable que fuera transportado por los citados que le acompañaban y
depositado en un sofá, o cama, en el que debió ser extendido mientras se
desangraba a chorros por sus heridas. En su casa, aunque en manos de sus
enemigos, éstos debieron observar en las primeras curas que no había sido
alcanzado en ningún órgano vital y no fiaron el buen fin de su acción a la
hemorragia, sino que debieron decidir asegurarse de que Prim no podría reponerse
de sus heridas. Dado que no había muerto en la misma calle del Turco, como
estaba previsto, uno de los sicarios de los poderosos instigadores del crimen,
debió rematarle en el propio lecho de agonía para asegurarse de que el hombre
que había sido acechado tres veces en los últimos tres meses, no habría de
escapar esta vez.
La conspiración
Mientras, el nuevo rey Amadeo de Saboya ya había puesto pie
en Cartagena y se dejaba conducir por quienes habían tomado el poder, tras la
desaparición de Prim. Amadeo I es recibido en el puerto por el almirante Topete,
partidario de Antonio de Orleans, duque de Montpensier, que
pretende el trono de España, al que el sumario apunta como presunto máximo autor
intelectual del crimen y financiero de los diversos intentos de magnicidio
sufridos por Prim.
La versión oficial indica que Topete va a recibir a Amadeo I por orden de
Prim, pero como puede imaginarse esto no es posible. Lo más probable es que
fuera enviado por el general Francisco Serrano, el regente, el de la calle
Serrano de Madrid, también montpensierista, que acabaría en muy poco tiempo
asumiendo todos los cargos de Prim: la presidencia del Consejo de Ministros y el
Ministerio de la Guerra. Desde su "jaula dorada", donde representaba al Jefe del
Estado pero no mandaba nada, vuelve al meollo del poder recuperando su
protagonismo e influencia.
El análisis forense
Los antropólogos forenses de la Comisión Prim han averiguado otros muchos
detalles sobre el curso de las heridas y los que debieron ser los últimos
instantes de vida del general con el análisis de la momia desvestida para ser
analizada en el hospital Universitari de Reus. Allí se le hizo una
endoscopia, se le introdujo en un TAC y se le tomaron radiografías,
además de un minucioso análisis macroscópico, con las técnicas más avanzadas del
siglo XXI. Así se ha configurado un retrodiagnóstico criminológico que nos
explica una parte desconocida y convertida en leyenda de nuestra propia
historia.
La Comisión de Investigación Prim, de la Universidad Camilo José Cela,
promovida por el Departamento de Criminología es una comisión multidisciplinar
de la que forman parte relevantes doctores y profesores de las universidades
Rovira y Virgili, Granada, Complutense y Valencia, además de la UCJC. Todos
ellos han actuado acompañados y ayudados por alumnos, haciendo de esta
investigación un importante acto docente.
En el seno de la Comisión hay criminólogos, historiadores, médicos, biólogos,
antropólogos forenses y juristas que pretenden poner la investigación
universitaria a la vanguardia y analizar los resultados de una completa
investigación, que empezó examinando cada uno de los folios del sumario olvidado
de Prim, continuó con la revisión criminalística de los efectos conservados en
el Museo del Ejército, y concluye con el análisis, en Reus, de
la momia del general que ha proporcionado datos sorprendentes.